viernes, enero 20, 2006

CON REGOCIJO

Salmo 5:11 “Alégrense los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre... en ti se regocijen los que aman tu nombre”. “Regocijaos, otra vez digo regocijaos”, nos insta el apóstol Pablo, pero no como cosa de él, sino siendo utilizado por el Espíritu Santo, para darnos una Palabra que proviene directamente del Padre. “Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo” cantaba David. La alegría es necesaria, debe ser parte de nosotros, debe formar parte nuestra nueva creación, Dios lo ha establecido así. Debemos vivir así. Debemos presentarnos así ante el Señor: Con alegría. No podemos dar lugar a la tristeza. Isaías cantaba: “Vendrán a Sión con alegría y gozo perpetuo sobre sus cabezas habrá”. Y es que tiene que ser así. ¡El hijo pródigo ha vuelto a casa!, y más aún: ¡El Padre ha salido a recibirle!. Le ha abrazado, le ha vestido con ropas nuevas, ha puesto un anillo en su dedo y matado el becerro gordo para hacer fiesta. ¿Quién estará triste en una fiesta como esa?. ¿Quién podrá estar triste al saber que Aquel que nos creó y que nos ha dado vida, está cenando hoy conmigo?. Nos alegramos en Dios por todas las maravillas que le hemos visto hacer. Nos alegramos porque Él nos ha salvado. Nos alegramos porque Él nos ha sanado. Nos alegramos porque Él nos ha escogido. Nos alegramos porque Él nos ha amado. Nos alegramos porque Él nos ha cuidado. Y no por ser nosotros algo especial, no por haberle deslumbrado con algunas de nuestras habilidades, ¡Nada de eso!. En Deuteronomio 7:7 y 8, la Biblia nos dice textualmente: “No por ser vosotros mas que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el mas insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó...”. En Deuteronomio 10:21 encontramos también aquella declaración: “Él es el objeto de tu alabanza”, en otras palabras Él es fin de nuestra alegría. Él es sinónimo de alegría, Dios promueve la alegría. ¿Sabe cual era la orden de Dios dada a Moisés para decirle a Faraón?, En Éxodo 5:1 leemos: “Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto”. ¿Se fijó? Dice: ¡Fiesta!, jolgorio, alegría, regocijo!. En Isaías 12:6 leemos y cantamos: “Regocíjate y canta, oh moradora de Sión...”. Toda la Biblia está llena de ejemplos de gozo y alegría, mas aún, Dios puso el gozo como parte del fruto del Espíritu que debe manifestarse en nosotros. Además la alegría y el gozo no deben solo manifestarse en público o en presencia de otras personas, en nuestra intimidad con el Señor también debe aflorar, no podemos presentarnos ante el Señor con tristeza. Nadie llega a su casa y al ver a su papá sentado en el living se acerca a él con tristeza, pues “el gozo del Señor es nuestra fortaleza”. ¿Se fija que la fortaleza entra ahora en acción?. ¡Y estábamos hablando de alegría!. Es que todo coincide. El Salmo 8:2 dice: “De la boca de los niños y de los que maman fundaste la fortaleza”, ¿sabe como lo tradujo Cristo?: “De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza” (Mateo 21:16). La alabanza tiene que ser pura, íntegra y con fuerza, y comienza a perfeccionarse desde que nacemos espiritualmente y va en aumento a medida que crecemos, a medida que maduramos. ¿Se imagina entonces cómo es que debemos presentarnos ante el Señor, sobre todo cuando estamos a solas con Él?. Entonces, desde ahora en adelante cada vez que nos acerquemos al Padre en intimidad, hagámoslo con toda libertad, con alegría, con gozo, sin temor, fortalecidos en el poder de su fuerza. Con amor, Templo Corbán